Hola, mi nombre es Mariana y hace dos años hice mi primer viaje de mochila sola al lago Paimún. Me gustaría compartir con ustedes mis impresiones sobre el lugar y sobre animarse a acampar solo de vez en cuando.
Pienso que la experiencia de acampar siempre es gratificante para cualquiera que disfrute el contacto con la naturaleza. Pero viajar y acampar solo tiene un plus, el de disfrutar también la conexión obligada con uno mismo.
Cuando decidí ir sola a Paimún, elegí ese destino porque ya lo conocía. Había viajado hacía un par de años con quien era mi pareja en ese entonces y siempre quise volver. Creo que es recomendable, de emprender un viaje solo, intentar elegir un destino que nos de cierta sensación de seguridad o familiaridad, por mínimas que sean. Tiene que ver con el simple hecho de que si bien uno puede ser muy previsor, nunca faltan sorpresas aún cuando se va acompañado y el encontrarse solo frente a las mismas eventualidades en un lugar desconocido puede resultar angustiante o generar un mal momento innecesario.
El viaje hasta allí es ameno, se parte de la terminal de Junín de los Andes en cualquiera de los tres horarios que ofrece el transporte Castelli. Se recorren alrededor de 60 kilómetros desde Junín hasta destino, gran parte dentro del Parque Nacional Lanín y bordeando el Lago Huechulafquen, donde el camino se vuelve más escarpado y sinuoso por estar “cortado” sobre los cerros. El paisaje al llegar al Huechulafquen deja ver unos cerros azules y un efluvio blanco sobre el lago que deja a cualquiera sin aliento. Cada tanto se ven pequeñas casas sobre la orilla del lago, animales detrás de las tranqueras y pastizales amarillos y araucarias milenarias que brotan rodeando la roca verde. Se avanza despacio por la angostura del camino, por lo que puede darse un buen vistazo y hasta sacar buenas fotografías.
El charter finaliza su trayecto justo frente a la capilla María Auxiliadora del Paimún, pequeña y pintoresca en su arquitectura. Justo detrás hay un puesto de Gendarmería Nacional sobre el cual se eleva el imponente pico nevado del volcán Lanín. Muchos van sólo por los paisajes que se ven durante el viaje hasta allí y a visitar la capilla, pero la mayoría de los turistas emprenden a pie o en bicicleta el camino hacia Piedra Mala, que nace allí mismo.
Bordeando el lago hacia la izquierda se encuentra una zona de recreo y junto al lago bajando por la playa de piedra puede verse un poste de madera con una campana y un cartel que invita a tocarla para que el remero venga por uno y poder cruzar. Según el miembro de la familia que se encuentre disponible, cruza lentamente el lago angosto y tranquilo en el botecito que nos llevará del otro lado. Una vez en la otra orilla dan la bienvenida algunos perros y otro cartel anuncia las magras tarifas del remero y de la estadía en el camping Ecufué.
Al subir por la playa puede verse la casa y las instalaciones de los dueños mapuche de las tierras, donde se encuentra la proveeduría y los servicios de agua caliente. Cobran al campista cuando se va, por lo que lo dejan a uno solo con esa tierra verde y amplia sobre los pies gigantes de los cerros para elegir dónde armar campamento. Si uno lleva lo necesario se olvida del dinero, del teléfono, del ruido, del concreto, del asfalto, de las voces… hasta que se va. En general hasta hoy ha sido rala la concurrencia, quizás por la falta de comodidades que supone lo agreste. Esto ha sido una bendición en muchos sentidos, ya que ayuda a conservar una distancia considerable entre cada carpa, sumado a su gran extensión y las barreras naturales que presenta el terreno. Sin embargo siempre hay caminantes y viajeros transitando y con quienes se puede compartir. Paimún en particular recibe muchas visitas a su capilla, pero el camping Ecufué, al encontrarse en la orilla opuesta, es un lugar que no seduce a primera vista por su simpleza. No hay parcelas delimitadas, ni bocas de electricidad a lo largo del camping. Es lo más parecido a como la naturaleza hubiera conservado el terreno si el hombre no estuviera ahí, por eso me atrajo en primera instancia y por eso no encabeza la lista de opciones para quienes van con niños o necesitan alguna comodidad, lo cual hace que en general haya muy poca gente. Prácticamente las únicas señales de la mano del hombre se observan en el encausamiento de un arroyo de deshielo que atraviesa el área, las letrinas de madera que están instaladas bastante lejos unas de otras y un pequeño cementerio mapuche trepando una de las laderas a lo lejos. Allí no hay señal de teléfono ni wifi, ni tampoco se puede obtener más que papel higiénico, fósforos, comida y bebida.
El camping se mantiene libre de malezas y conserva el pasto muy corto al ras del suelo. La primera vez que fui hasta llegué a imaginarme a los mapuche con la podadora repasando las interminables laderas irregulares y me dio risa. Pronto me di cuenta de que eran los animales los que hacían la jardinería, cuando una hilera de ovejas blancas aparecieron desfilando frente a mi carpa justo antes de que se escondiera el sol. Los caballos también salen a pastar por la tarde, aunque se mantienen lejos de los campistas.
Cuentan con una pequeña proveeduría junto a la casa de los mapuche donde se puede conseguir lo más básico y tienen agua caliente para quien desee darse un baño. Recomiendo ampliamente los huevos que allí venden, que son de sus propias gallinas ponedoras y que a juzgar por el color de las yemas y su sabor, esos animales jamás han comido algo fabricado por el hombre. ¡Cada vez que hago un omelette sueño con esas gallinas!
El agua nunca es un problema en la cordillera debido a los numerosos arroyos de deshielo que se pueden aprovechar, sobre todo en zonas como esta tan alejadas de la población. Del arroyo que atraviesa el camping se puede beber sin problemas. En mi humilde opinión, estas aguas en general son las más deliciosas y bajan frescas como recién sacadas de la heladera aunque hagan 30 grados a la sombra.
Respecto de las recomendaciones que podría hacer a quien quisiera viajar solo, creo que son bastante obvias para cualquiera que haya acampado alguna vez, pero existen algunos detalles que pueden ser útiles. El peso es lo más importante. Uno debe recordar que no hay repartija, la única mochila va en la propia espalda y debe caber todo, pero además no debe resultarnos demasiado pesada. Lamentablemente este punto demanda algo de dinero. Pude conseguir una carpa Salewa bastante liviana para una a dos personas que me permitió ahorrar kilos y tiempo de armado, lo cual funcionó muy bien para mí, dado que salvé espacio y tiempo valiosos (se arma en menos de diez minutos, en caso de lluvia o alguna otra urgencia y su tamaño desarmada no llega a ser tres cuartos de un aislante enrollado).
Dejé atrás anafes, garrafas y demás implementos que me harían más fácil y limpia la tarea de cocinar, pero me demandarían espacio y peso que necesito para otras cosas. Opté por un jarro mediano esmaltado que pudiera posar directamente sobre el fuego de leña y una taza del mismo material, para poder calentar un café por la mañana sin necesitar más que eso. Llevé comida deshidratada, pero recordando las famosas yemas llené un difusor pequeño con un poco de aceite para poder disfrutar ese alimento. En lugar de llevar shampoo, jabón y detergente, simplemente llevé un pan de jabón blanco (tipo Federal), que además de ser útil para cualquier tarea de limpieza, no es tan agresivo con el ambiente como otros productos.
Otro detalle importante es tener en cuenta que cuando se viaja solo no existe el “teneme esto” o “sosteneme aquello”, tan típico de nosotras las mujeres. Por eso creo que la norma debe ser “si no puedo manejarlo, no lo llevo”. Hay lugares y situaciones en las que necesitaremos ambas manos, o sin ir más lejos nuestro más básico equilibrio para no caer por una pendiente escarpada, o para cuando necesitamos descender hacia el agua por las piedras y troncos caídos. Me refiero a que al salir debemos poder manejarnos libres y cómodos con las cosas que llevamos e intentar no sobrecargarnos con la idea de lo que quizás nos hará falta. Es más, puede que lo que no llevemos nos empuje a usar nuestra capacidad de resolver situaciones de supervivencia.. ¿no es acaso una de las razones por las que acampamos? Por ejemplo, yo olvidé en ese viaje conseguir un hacha pequeña para poder trozar la madera. Era muy tarde y estaba oscuro como para entrar en el bosque a buscar leña chica y me vi obligada a ingeniármelas para alimentar el fuego quebrando una piedra y usando su filo y su peso como un hacha primitiva. Olvidé también un abrelatas y la sevillana y una piedra me sirvieron muy bien. A veces menos es más.
Acampar solo, en un lugar alejado, da paso a una aceptación serena y un respeto hacia lo ajeno a nosotros, que en mi experiencia refrescó mis percepciones más simples y primitivas
Cuando se arma la mochila pequeña para hacer senderismo o simplemente para caminar sucede exactamente lo mismo. De estar acompañado quizás en dos mochilas se puedan llevar más cosas y uno no medita demasiado si está llevando elementos que más tarde le estorbarán o le harán el camino tedioso. Yo llevo mi caña enfundada (que hace las veces de cayado), mis señuelos, mi permiso de pesca, mi sevillana, la cámara, el trípode (cuando se viaja solo resulta más que útil, así como para capturar fotos nocturnas), un abrigo liviano, un pañuelo para proteger mi cabeza y una cantimplora para llenar en el camino. En Paimún puede tomarse el sendero hacia “Laguna los Patos”, una pequeña playa que se abre hacia el lado norte del lago de cara al volcán Lanín. Es un camino corto y poco dificultoso, aunque puede ser resbaloso por tramos y no se recomienda hacerlo en días de lluvia. El recorrido es breve y con sombra abundante, ya que atraviesa el cerro por el bosque, y cuenta con sendos arroyitos y cascadas de agua fresca que lo atraviesan.
En lo personal considero que se requiere no coraje, sino verdadera paz interior para disfrutarlo y para apreciar ser testigo y parte de todas esas cosas.
Fuera de lo pragmático, el ir solo, acampar, comer, buscar leña antes de que oscurezca, pescar, sentarse a observar, internarse en el bosque o recorrer los senderos sin compañía no difiere en esencia de hacer lo mismo acompañado. Aún así, la experiencia arroja un resultado completamente distinto. En lo personal considero que se requiere no coraje, sino verdadera paz interior para disfrutarlo y para apreciar ser testigo y parte de todas esas cosas. Existe, si se quiere, una auto-contemplación en el contexto de dormir sobre el suelo, calentarse en el fuego y admirar en silencio la belleza de lo que nos rodea tal como es. Acampar solo, en un lugar alejado, da paso a una aceptación serena y un respeto hacia lo ajeno a nosotros, que en mi experiencia refrescó mis percepciones más simples y primitivas. De alguna manera, es un retorno a lo más elemental de uno mismo. Por eso lo recomiendo, quizás no sea para todos, pero para quienes se sientan cómodos con la idea, vale la pena intentarlo.
Nosotros somos los que debemos ser marcados por el lugar y no el lugar por nosotros
Finalmente, mi última recomendación: lo más importante para el campista debe ser, solo o acompañado, que al regresar deje el lugar tal como estaba cuando llegó. Nosotros somos los que debemos ser marcados por el lugar y no el lugar por nosotros. Poder disfrutar de estos paraísos es un privilegio que debe ser honrado y protegido, para que podamos en un futuro volver a gozarlo y que otros también lo hagan. El respeto por el espacio natural es algo no negociable. Quienes donde esté permitido surquen la tierra para proteger su carpa de la lluvia, llenen las canaletas al retirarse; quienes traigan bolsas y produzcan basura, llévenselas consigo; quienes hagan fogatas, asegúrense de extinguirlas al irse; quienes decidan bañarse en el lago, eviten usar jabones y otros contaminantes, nadie se murió por no enjabonarse el pupo por unos días. Disfruten del silencio y de la montaña, vean la noche estrellada y el amanecer sepia en este lugar callado del mundo con tanto respeto que puedan volver a hacerlo mañana!
Espero que visiten Paimún y que se atrevan a acampar solos alguna vez. Saludos, campistas!
Texto y fotos de Mariana Molinari
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Camping en Paimún: www.solocampings.com.ar/camping_en/Lago-Paimun/Neuquen/413.html
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