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Trekking a la Laguna de los Tres – El Chaltén

TRES IMÁGENES Y UNA BREVE HISTORIA

Es una historia intrascendente, salvo para sus protagonistas. Nada extraordinario sucede en ella y sin embargo debe ser contada por las razones que quien la lea encontrará más adelante.

Un domingo del mes de octubre de 2014 en el momento de los mates de la mañana y lectura de diarios encontré una de esas denominadas “notas de color” en la que se ocupaban de un grupo de personas que se dedicaban a las caminatas. El grupo se llamaba “gerontrek” nombre que quería transmitir la idea de que se trataba de un grupo de viejos dedicados al trekking. Por curiosidad comencé a leerla y apenas la terminé se la leí a Analía. Antes de que se terminara el termo de mate ya habíamos decidido ¡tenemos que hacer esto!. Esa misma tarde comenzamos a caminar.
No a caminar como quien da vueltas a la plaza un Domingo mientras mira corretear a los nietos, sino como modo de prepararnos para la actividad que queríamos hacer: hiking. El senderismo o hiking es una modalidad del montañismo, es una actividad deportiva no competitiva que se realiza sobre caminos trazados y constituye una simbiosis entre deporte, cultura y medio ambiente. El hiking puede consistir en una caminata de uno o más días por los senderos en las montañas atravesando bosques y alcanzando miradores y puntos de interés. Los senderos tienen diferentes grados de dificultad que van de “sin dificultad”, “dificultad media”, “dificultad alta” y creo que algunas más.
El plan que trazamos tenía como objetivo poder hacer en el mes de Enero al menos un sendero de dificultad alta, para ello había que prepararse físicamente, principalmente fortalecer las piernas. Nuestras primeras caminatas no superaban los 4 km en terreno llano y nos dejaban bastante cansados 🙂 . Fuimos aumentando el ritmo y la extensión y además incluimos la bici como ejercicio mejorador de la resistencia de las piernas. Trabajamos más de dos meses y a principios de Enero podíamos hacer como rutina 14 kilómetros a pié y 30 en bici 5 días a la semana alternando una actividad y otra.

El objetivo que nos propusimos alcanzar fue la “Laguna de los Tres” en El Chaltén. Partiríamos de la estancia El Pilar, llegaríamos al campamento base Poincenot y de allí subiríamos a la laguna, luego descenderíamos nuevamente a Poincenot y desde allí, por otro sendero regresaríamos a El Chaltén. Esto significaba recorrer 21 kilómetros en una caminata de 8 horas y una trepada de unos 900 metros, para nosotros iba a ser un gran esfuerzo.

Trekking a la Laguna de los Tres - El Chaltén
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Llegados a El Chaltén alojamos en la Estancia Ricanor durante tres días y realizamos tres caminatas; la primera fácil, de un par de horas, la segunda más intensa nos llevó 8 horas para recorrer desde el complejo Los Huemules el sendero Laguna Azul, Laguna Eléctrica y regreso. Este sendero aunque extenso tenía poco desnivel y la suerte quiso que pudiéramos además avistar un huemul, “fantasma de la Patagonia”, una especie autóctona en peligro de extinción y que es muy difícil de avistar. Tuvimos que completar en la oficina del guardaparques unas planillas con detalles del avistaje y además jurar por los ancestros que les enviaríamos las fotos :-).
La Tercera caminata nos fue sugerida con vehemencia por una joven guardaparques misionera. La senda conocida como “La loma del diablo” (el nombre debió habernos alertado), no figura en los mapas pero estaba señalizada. No era muy extensa pero sí con mucho desnivel, en realidad todo el trayecto es en subida en partes bastante empinada por lo que está graduada como de “dificultad alta” y en el trayecto encontramos solamente a tres personas, dos de ellos lugareños, una multitud considerando que el día anterior habíamos caminado 8 horas sin compartir la senda con humano alguno :-). Esta caminata y la del día anterior nos regalaron vistas imposibles de describir, solamente las fotos que tomamos pueden mostrar en parte tanta imponente belleza que hace que uno no dude en aguantar los ventarrones que en muchos trayectos dificultan el andar.
Al día siguiente partimos para El Calafate distante unos 200 kilómetros para descansar un par de días, hacer turismo convencional y luego con los músculos recuperados enfrentar el último objetivo. Al día siguiente visitamos el Glaciar Perito Moreno, nos quedamos allí toda la jornada. Al otro día visitamos la reserva natural “Laguna de Nimez” a la que llegamos a pié recorriendo toda la costanera en una caminata liviana de unos 12 kilómetros. Ya estábamos listos para la Laguna de los tres.

Trekking a la Laguna de los Tres - El Chaltén
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Una vez leí por allí que “Si quieres hacer reír a Dios cuéntale tus planes”, así fue lo nuestro. La tarde previa tuve fiebre la que continuó al día siguiente. Fuimos al hospital pero ya saben cómo es: “No le podemos dar nada porque no sabemos las causas, tome un antifebril y si persiste vea a su médico”. Suspendimos todo, dediqué el día que teníamos para hacer las navegaciones a reposar y a la noche me sentía aún bastante miserable. Listo, abortamos el plan regresamos a casa. Armamos todas las valijas, preparamos el auto y pusimos el despertador a las 05:30 para emprender el regreso, con pena y sin gloria (snif). ¡Tanto trabajo para nada! A esperar un año hasta el próximo Enero.
A las 05:30 suena el despertador, Analía me pregunta ¿cómo te sentís?. Bien, respondí. Procedimos al análisis clínico de campaña (mano de Analía en la frente, mientras esperaba la lectura del termómetro). 36.5° axila izquierda valores ratificados por la axila derecha con una rayita de diferencia. ¿Qué hacemos ahora?, aún nos quedaba un día de alojamiento, no tenía fiebre ¿volverse?. ¿Vamos? ¡vamos! Y allí nomás a revolear el contenido de las valijas y a armar las mochilas.

¿¡Dónde está mi pantalón!?
¿Cuál? ¿el mugriento que usaste en todas las caminatas?.
No, el mugriento que voy a usar hoy. ¿Cuántos pantalones de trekking crees que necesita un hombre?

En 10 minutos estábamos en pié de guerra, y sin desayunar partimos para El Chaltén. Llegamos a las 7:45 y desayunamos. La idea era dejar el auto allí y tomar un transporte hasta hostería El Pilar que está a unos 15 kilómetros para recorrer los cuales debimos abonar a una simpática transportista la módica suma de $300. Considerando el estado del camino un muy buen precio.
A las 09:05 mochilas en las espaldas y bastones en mano iniciamos la larga marcha. Esta vez compartimos el sendero con muchas personas, la mayoría extranjeros que vienen de lugares distantes a hacer este camino. Luego de poco más de 2 horas caminando a orillas del río Blanco en un bosque bellísimo arribamos al campamento base Poincenot que es a la vez un camping agreste en el que muchos de los caminantes duermen para iniciar el ascenso al otro día. Como no teníamos mucho tiempo seguimos andando, pasamos por el campamento Río Blanco y preguntamos a uno de los acampantes ¿el sendero a laguna de los tres?. Ése, nos dijo mientras señalaba una cuesta por la que zizagueante subía el pálido trazado de una senda, hacia arriba, ¡muy arriba! Desde allí abajo no parecía que íbamos a poder lograrlo, pero como dijo Adler (no el de los quesitos sino Judi: “No hay atajos a la cumbre. Debemos subir la montaña paso a paso, por nosotros mismos”. Así que allá fuimos, despacio, paso a paso, luchando con las piedras y los tábanos, resoplando, gruñendo, sudando. Un poco más, un poquito más, para arriba, siempre para arriba, cuidando los pies asegurando los tobillos sin ellos es imposible siquiera regresar.

Fueron 160 minutos de trepada que se hicieron eternos, personas de la mitad de nuestra edad jadeaban a la par nuestra y el comentario general de los que bajaban y de los que subían era “Es duro, muy duro”. Finalmente llegamos a la laguna de los tres, 1250 metros sobre el nivel del mar, el punto más cercano al monte Fitz Roy para quienes no son escaladores. La laguna es en sí un espectáculo maravilloso, de un color turquesa intenso con matices que varían según la luz, en sus aguas se refleja la blancura del glaciar de los tres. No es posible describir lo que se ve, el entorno es bello e imponente. Nos quedamos allí en silencio disfrutando el resultado de nuestro esfuerzo porque como dijo Pablo Neruda «Si no escalas la montaña jamás podrás disfrutar el paisaje». Fue un disfrute de piernas doloridas, un disfrute intenso mezcla de lo emocional con el impacto visual de una naturaleza increíblemente bella. Agradecí a Dios por haberme permitido a mis 58 años presenciar esto, y al grupo “gerontrek” por sembrar en nosotros esta inquietud.

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Y aquí está el porqué de escribir este relato, como en una suerte de “cadena de favores” buscamos que tal vez alguien, una persona común como nosotros mismos, se sienta motivada y ella también cambie el sofá por un par de zapatillas de trekking y el control remoto por senderos a caminar. Esa persona deberá, en su momento, escribir su propio relato, para que la historia continúe.

El momento del regreso llegó y comenzamos a bajar, es una cuesta tan difícil de bajar como de subir. La subida roba los pulmones, la laguna deja sin aliento y la bajada deja sin piernas. 150 minutos después llegamos al campamento base. Paramos a orillas del Río Blanco, repusimos energía con frutas secas y barritas de cereal más bananas y manzanas, bebimos de las heladas aguas del río y recargamos las botellas y nuevamente mochilas a las espaldas (¡cómo pesan ahora!) nos dispusimos a recorrer los últimos 9 kilómetros hasta El Chaltén. El sendero de regreso nos sorprendió con vistas hermosas, estábamos muy cansados para apreciarlas debidamente así que nos propusimos acampar por allí algún día (Laguna Capri es un buen punto) y recorrerlo en un par de jornadas.

Finalmente a las 19:00 llegamos a la entrada de El Chaltén, sobre el extremo en que se inicia la ruta a Lago del Desierto, por supuesto el auto estaba a 2 kilómetros de allí, en el extremo en que inicia la ruta a El Calafate. Analía se quedó cuidando los bártulos y yo arremetí ese último tramito, pero el corazón estaba contento y el espíritu alegre, todo valió la pena y más.

Analía y Miguel
Enero 2015

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